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Dimecres, 24 de abril del 2024
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República Centroafricana, la guerra olvidada.

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“República Centroafricana está de nuevo al borde de deslizarse hacia una grave crisis humanitaria. Las cifras hablan por sí mismas. Actualmente, uno de cada cuatro centroafricanos se ha visto desplazado de sus hogares bien de manera interna o hacia los países vecinos”

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Joseph Inganji, jefe de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en la República Centroafricana.

Esa es la cruda realidad. En la República Centroafricana nos encontramos con un país devastado por la guerra. Otra más de las muchas catástrofes humanitarias de las que hemos sido testigos durante los últimos años, en el continente africano.

Llevan cinco años inmersos en una feroz guerra civil desde que en 2013, el principal líder de la oposición, Michel Djotodia, se hiciera con el control del país mediante un golpe de estado. Apoyado por un grupo rebelde musulmán llamado Seleka, consiguió por la fuerza que el hasta entonces presidente François Bozizé, huyera del país. Como respuesta a todo esto, de entre la población civil,  nacieron las milicias anti-Balaka, que eran cristianas, para responder a los ataques de los milicianos musulmanes de Djotodia. La situación empeoró drásticamente desde entonces.

Todo esto ha convertido este pequeño país del centro de África en un territorio hostil. Se calcula, según informes de Naciones Unidas, que un 70% del territorio sufre combates prácticamente a diario. En la capital, Bangui, el vacío informativo es absoluto. Poco importa que los enfrentamientos entre estos dos grupos armados este arrasando la ciudad y llenándola de muertos y mutilados. Si hay una guerra realmente olvidada en el planeta, es esta.

Actualmente la situación se encuentra enquistada. El caos se ha apoderado del país y todos luchan contra todos: los grupos armados, las fuerzas gubernamentales, las divisiones de cascos azules de las Naciones Unidas y los ejércitos de mercenarios provenientes de los países vecinos, como Chad o Sudán.

El país ha sufrido una limpieza étnica a gran escala. Los barrios de las principales ciudades han sido arrasados y saqueados. Bangui ardió de odio y la venganza se extendió por todo el país. Se dice que todo lo que se podía hacer con un machete, se hizo en 2013 en Bangui.

Las dos partes tiraban a los muertos a los pozos para contaminar el agua; se estableció la violación como arma de guerra y miles de mujeres lo padecieron; Se asesinaba a los niños del bando contrario, para que no pudieran vengarse de adultos;

Naciones Unidas lleva mucho tiempo denunciando que la situación es insostenible. Los datos apuntan a que más de 60.000 niños han sido reclutados como niños soldado. Hay más de 500.000 desplazados internos. Los que han huido del país y malviven en campos de refugiados de Camerún o Chad, superan los 650.000. No hay estimaciones reales de la cantidad de muertos, pero se dice que podrían contarse por miles.

Por desgracia, esta guerra se está convirtiendo en un negocio muy rentable para todos aquellos que podrían hacer algo por revertir la situación.

Más de 2,5 millones de personas necesitan ayuda urgente y que vuelva la paz y la normalidad en su vida diaria. Un ejemplo muy ilustrativo de la gravedad en la que se encuentran, lo tenemos en que una ONG como Médicos Sin Fronteras sostiene hasta dos tercios de todos los hospitales y centros de salud centroafricanos. Sin este apoyo, miles de personas fallecerían en pocos días puesto que no tendrían acceso a ningún tipo de cobertura sanitaria. Las previsiones auguran que la situación se irá deteriorando durante los próximos seis meses.

Hay que tener en cuenta que este pequeño país, prácticamente no tiene infraestructuras, sobretodo en materia de transporte, lo que dificulta el acceso para las organizaciones humanitarias a la población civil. En lo que llevamos de guerra han muerto 17 trabajadores de estas entidades a manos de los grupos rebeldes.

Tanto Oxfam como Médicos Sin Fronteras lanzaron un mensaje a principios de año, dirigido a la comunidad internacional, para que traten de revertir la situación a corto plazo, enviando más fondos y más soldados a la zona.

“La comunidad internacional debe asegurarse de que esta crisis, ampliamente olvidada, no se convierte en una tragedia. La comunidad internacional no debería olvidarse de los centroafricanos y debería adoptar un compromiso serio, sostenible y duradero para mejorar su situación”.

La República Centroafricana, muchos recursos y poco dinero.
 

La República Centroafricana es un país sin costa situado en el centro de África. Limita con Chad, Camerún, Sudán y el Congo. Tiene 4,7 millones de habitantes y es un territorio rico en recursos naturales. Pese a ello, está considerado el segundo país más pobre de África. Goza de gran cantidad de oro, diamantes o uranio, pero su población vive con menos de un dólar al día.

El subsuelo centroafricano, aunque aún no ha sido objeto de investigaciones rigurosas, posee un gran número de recursos minerales. Se han actualizado algunos yacimientos, revelándose la presencia de uranio en Bakouma, más de 20.000 toneladas; lignito en Nzako; hierro en Bogoin; cobre en Ngadé;  o caliza en Bobassa. La guinda del pastel son los diamantes y el oro, con grandes yacimientos en el nordeste, el suroeste y el centro del país. Se dice que también podría haber grandes bolsas de petróleo. La producción minera se limita a la explotación de oro y diamantes extraídos en las regiones de Berbérati, Haute-Sangha y Haute-Kotto. Por ejemplo, la República Centroafricana se sitúa en el quinto puesto del ranking mundial que hace referencia a la calidad de los diamantes.

Podría ser un país muy prospero y la situación es bien distinta, toca empezar a hablar del problema para que la gente empiece a tomar conciencia del drama y el caos que está viviendo su población.

 

 
 
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