Decía el genial físico Albert Einstein, “mi ideal político es el democrático…”
España se ha acabado. Está agotada mental, económica y moralmente. Esto no es una aseveración imaginada por el que suscribe este artículo, es una realidad incluso para los unionistas españoles con su gobierno decrépito a la cabeza. Como respuesta a sus males siempre busca excusas de terceros por su mala fortuna. Una de ellas es ‘el problema catalán’. Uno de los demonios del debacle de su patria, que no se aguanta en pie cuando repiten hasta la saciedad que “una España sin Cataluña, no es España”. Los más recalcitrantes españoles, no los que aún tienen algo de estima a esa denominación ibérica sino a los que se creen tocados por la divinidad, no deben entender bien cómo es posible que su España pueda ser menos, si Cataluña se acaba marchando como así ven sin remedio. Todo lo que hasta ahora el bipartidismo, por no publicitar a nadie, ha tocado; ha podrido, ulcerado y descompuesto sin mesura. Lo ocurrido en los últimos 37 años (los de la postrera constitución) no se le puede llamar transición. Ese bipartidismo enviciado y adulterado ha hecho de España su cortijo cuartelario. Unos desde el centro otros desde abajo.
Ahora en pocas horas nuevos comicios y tras cerciorarse la ciudadanía proespañola que necesitan airear la política, ven la posibilidad de votar a dos nuevas formaciones. Una de ellas sin embargo da síntomas de querer ser más déspota incluso que la formación que le sirve de mentora y lo va a acabar pagando. La otra tiene más fundamento democrático y ha dado un giro en las encuestas. No hace falta nombrarlas. Ese bipartidismo tendrá que pactar sí o sí con alguna de ellas según si se respeta la formación (regla no escrita) que más votos saque o no. Pero en cualquier caso aunque una de esas nuevas formaciones está a favor de llevar a cabo un referéndum por el ‘procés’ de Cataluña (algo que se antoja más que inviable) i tan utópico como cualquier cambio constitucional, se hace necesario un voto que favorezca la utilidad del mismo para Cataluña.
No se trata de una predilección cualquiera, sino de asegurar que se tiene voz en la cámara de representantes donde España dirime sus intereses. Por eso es necesario un voto por Catalunya. Si no se quiere quedar relegado y postergado a un papel secundario en lo que realmente afecta y preocupa a los ciudadanos catalanes. Por su futuro es necesaria una elección de formación que esté a la altura y según las encuestas ese partido tiene unas siglas. El diario prosocialista el Periódico de Cataluña da como vencedor de entre los partidos soberanistas a ERC. E igualmente la Vanguardia. Como manifiesta su líder Oriol Junqueras llamando a votar para “no dar la voz a los que se la niegan a Catalunya”. En estas elecciones del 20D puede pasar algo no visto hasta ahora. Incluso por culpa de Catalunya se hable de pacto entre el bipartidismo, si dejan a Sánchez fuera, ante el temor que ERC pueda entrar en negociaciones con el nuevo partido emergente si queda segundo. Con un pacto de derechas españolas ya se conocen las consecuencias. Por eso es tan importante el voto útil y no perder el tiempo. Simple y llanamente por Catalunya…
J L Herrera Vega
Ciències de la Informació i de la Comunicació
El Comunicado
