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Ministro de Anterior

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Hay un refrán que dice, “Alguacil que no es sutil, no sirve para alguacil.”

La reunión que el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, y el exvicepresidente Rodrigo Rato mantuvieron en el ministerio el pasado 29 de julio es de tal cinismo e infamia, que este pasado viernes el máximo responsable de esa cartera ha intentado defender su polémica reunión con Rato, imputado por diferentes delitos de corrupción. Con ello no ha hecho más que corroborar y reforzar ampliamente a los que reclaman que dimita. Durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados, el ministro, criticado por toda la oposición donde la mayoría de grupos ha reclamado que deje el cargo, ha explicado que fue Rato quien le pidió el encuentro, celebrado en su despacho ministerial durante una hora, para abordar las “graves ofensas y amenazas” que el también expresidente de Bankia y exdirector del Fondo Monetario Internacional y su familia estaban sufriendo.

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En la desfachatez de explicaciones, el ministro ha arremetido golpeando al viento cual pollo sin cabeza contra todos los grupos, particularmente sobre la situación política en Catalunya atacando a CDC por sus casos de presunta corrupción y a los socialistas por sus posición ante el independentismo. Con bochornosa torpeza a la hora probar esas amenazas, Fernández  ha hablado de 400 tuits en contra del entorno de Rato, quien frente a lo que había señalado Interior -Díaz dijo en un comunicado que no se había tratado en la cita nada que tuviera que ver con la investigación-, expuso a principios de semana que habían hablado de “todo lo que le está pasando”. Según el ministro “podría haberme reunido en un piso franco, de forma clandestina. Pero lo hice en el ministerio porque me parecía absolutamente legal y no tenía ningún reproche de tipo ético. Si no, no lo hubiera hecho. Lo hice con mi interlocutor entrando a plena luz del día, por la puerta principal. ” Añadiendo que “esto no lo puede mejorar ni Corea del Norte”.

Cómo es posible que un ministro pueda hacer de un ministerio su cortijo particular donde poder reunirse con personajes que están siendo investigados por graves delitos de corrupción, y encima autoconvencerse de que ha actuado de buena fe. Por eso ningún partido a excepción del suyo se ha creído esa milonga y le exigen que dimita. Esto recuerda a los ministros anteriores a la democracia que actuaban a su antojo sin temor a las repercusiones y que siempre lo hacían todo según su doctrina política, con las acciones que muchos tuvieron que sufrir de sobras conocidas. Eso sí, represalias, por suavizarlo ni meter el dedo en la llaga, que se llevaban a cabo, ‘de buena fe’.

J L Herrera Vega
Ciències de la Informació i de la Comunicació
El Comunicado

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