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Dissabte, 20 de abril del 2024
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Com hem arribat a les portes de la independència?

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Afortunadament, que existeix un col·lectiu Emma, que tracta d’oferir una versió raonada al món del moment de cruïlla històrica on som. Mentrestant, qui tenim amics estrangers, ben segur que tractem, en el terreny personal d’oferir una explicació convincent del camí pel qual hem arribat fins aquí. No sé què faran altres catalans. A mi sempre m’ha incomodat la sensació d’haver de donar explicacions, i només quan em requereixen informació tracto de transmetre-la, amb una anàlisi el més desapassionada possible, mitjançant la “distància acadèmica” que exigeix la credibilitat. I precisament aquesta distància és la que sempre permet explicar-se a un mateix el relat viscut en els més de quaranta anys que porto d’experiència com a ciutadà d’aquest país, amb passaport d’aquest estat.
No és la primera vegada que he fet aquest intent: com explicar el fenomen independentista a persones alienes i sovint mediatitzades pel relat oficial. Tanmateix, la setmana passada ho vaig tornar a fer a una bona amiga, artista gràfica argentina, jueva d’origen lituà, culta i intel·ligent, amb qui comparteixo bones dosis d’escepticisme respecte al nacionalisme com a concepte, i amb la qual coincideixo en la incomoditat dels apassionaments sobtats i col·lectius. 
Com hem arribat a les portes de la independència? Relat complicat que hauran (haurem) de valorar els historiadors. Tots els fenòmens transcendents van massa farcits de paradoxes, contradiccions i complexitats. A la fi, els historiadors tendim a simplificar els processos per fer-los aprehensibles a un públic que cerca respostes més o menys fàcils i ràpides. Això ens obliga a apuntar llistats d’arguments prou coherents i convincents. I el cas és que fenòmens com els de l’independentisme van massa carregats d’elements emocionals i irracionals, perquè quan els sentiments es barregen amb els interessos no sempre funciona el cartesianisme. No tinc ni idea del que passarà el 12 de setembre, ni d’aquí uns mesos, ni com conclourà aquesta història. Les valoracions del futur dependran de fets que potser podem intuir, encara que els desconeixem del tot.
Transcric el meu correu, enviat el passat 5 de setembre, qui sap com a document històric.
En Cataluña, de lo que todo el mundo habla es la celebración del 11 de septiembre “Diada Nacional”, en el que se conmemora la pérdida de independencia ante las tropas franco españolas en 1714. Siempre ha sido una celebración polémica, generada a principio de siglo XX por parte del nacionalismo como afirmación de resistencia y voluntad de independencia.

Y realmente, asistimos a una especie de vendaval nacionalista. Se espera que en Barcelona haya una manifestación para reclamar la ruptura con España de más de un millón de personas (la población total de Cataluña es de 7,5 millones). Parece algo exagerado, pero ya se han contratado más de 700 autobuses [ara ja són més de 1.000]. El pasado viernes estuve en un acto de la Assemblea Nacional Catalana (una entidad políticamente independiente y plural surgida con fuerza inusitada en unos meses, que lidera el proceso) en el pueblo de un amigo, La Cellera, 2.000 habitantes, a unos 100 km. de la capital. Allá se han contratado 4 autobuses, con un total de 220 plazas, es decir, el 11% de la población. Unos cuantos amigos, familiares, vecinos, que hace una década jamás se hubieran planteado una ruptura nacional, se han añadido a esta marea por la independencia.

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Creo que necesitaría una tarde entera para tratar de explicarte una cuestión tan sumamente compleja y difícil de interpretar sobre algo donde las emociones se imponen a la racionalidad. El nacionalismo, como el amor, no es precisamente fácil de interpretar, porque no funciona en base a premisas filosóficas, sino más bien emocionales. Además, como en cualquier proceso que se retroalimenta desde condiciones ambientales duras, tiende a generar una especie de histeria colectiva que se contagia con suma facilidad. Yo trato de mirármelo desde una “distancia académica”, e incluso lo más probable es que votara un “sí” en un referéndum de separación con España, pero debo confesar que me pone bastante nervioso toda esta “kermesse” patriótica, y me incomodan banderas y cánticos.

Pero como columnista, puedo intentar apuntar algunas claves para que puedas entender lo que sucede. Para mí, son tres: Una, de fondo, otra de contexto histórico, y la última de coyuntura social.

La de fondo: las relaciones Cataluña – España nunca han sido buenas. España posee una especie de concepción “monoteísta” de la nación, es poco tolerante con la diversidad (los judíos expulsados en 1492 no podrían estar más de acuerdo) y contemplan como una herejía a ciudadanos que hablan otra lengua, no comulgan con sus costumbres o valores y se niegan a pensar como ellos. Por su parte, los catalanes alimentan un cierto resentimiento por el trato recibido, la incomprensión ante sus singularidades y la imposibilidad histórica de oportunidades de integración si no es de manera subalterna. Por otro lado,  como todo pueblo que ha fracasado reiteradamente en las diversas pruebas a la que les ha sometido la historia, suele tener un comportamiento bipolar, donde combina euforia y depresión, complejo de inferioridad y superioridad. Ah!, y de vez en cuando, combina los valores burgueses de sentido común con una cierta tendencia, desde la base social, de montar revueltas y revoluciones. Hasta un historiador como Vicens Vives, defensor de los valores burgueses y deseoso de la integración de las élites catalanas en el estado, se quejaba de esta tendencia de nuestro pueblo a cuestionar el orden hasta el punto de considerarnos como el país europeo con mayor capacidad de amotinarse.

La de contexto histórico: El sistema de Transición a la democracia, tras la dictadura de Franco, tras la promulgación de la Constitución de 1978, ha fracasado. En este periodo histórico, España trató de reordenar el régimen político con algunos equilibrios que superaran el trauma de la guerra civil. Montar un estado más o menos democrático que disimulara el fuerte sentimiento autoritario de sus élites (pero también de sus bases). Montar una especie de pacto social, con políticas más o menos asistenciales en lo que parecía un sucedáneo estado del bienestar para disimular las terribles contradicciones entre clases. Improvisar un estado autonómico que permitiera disfrutar de una autonomía a sus nacionalidades históricas (básicamente País Vasco y Cataluña) con la hostilidad histórica de la España interior respecto a la diversidad nacional, otorgando autonomía a todos los territorios aunque no lo quisieran (como anécdota, la Castilla histórica, matriz de la nación española, quedó dividida en 5 comunidades autónomas). Pero todo este precario orden ha saltado por los aires ante la crisis económica. Las dificultades sido la excusa perfecta para demoler las formas democráticas, mientras que el fantasma de las dos españas vuelve a emerger a diario. El pacto social se ha roto por las imposiciones de Europa y el FMI, aunque también por la ideología neoliberal de las castas dominantes. Y el pacto nacional ha saltado por los aires entre el sentimiento centralista típico español y la frustración ante la ausencia de reconocimiento nacional de vascos y catalanes, la presión contra su cultura y personalidad y  su asfixia económica. Aún más, la hostilidad de los medios de comunicación mayoritarios ha profundizado en el mutuo recelo entre centro y periferia.

La de coyuntura social: La situación de crisis, recortes sin fin, aumento espectacular del paro y perspectivas sociales y económicas terribles ha impuesto un estado de choque mental que altera toda capacidad de razonar. En este difícil contexto, cualquier persona o colectividad es capaz de agarrarse a un clavo ardiendo, a soluciones fáciles, mágicas y simples que permitan salir de esta situación. Para muchos, romper con España parece la gran oportunidad de romper con el pasado y abrazar un nuevo periodo de prosperidad y una felicidad indeterminada. En cierta manera, las élites hispánicas han jugado con el eslogan del “España se hunde”, quizá con la voluntad de reunir a la opinión pública contra los culpables “infieles” (en este caso, nosotros). Pero el mensaje se les está yendo de las manos hasta el punto que muchos desean escapar del barco que naufraga. Precisamente el hecho que la alternativa a la independencia sea… el caos hispánico, la combinación de nacionalismo franquista y neoliberalismo, impide que los detractores de la independencia dispongan de una alternativa atractiva. Porque, también hay que decirlo, los independentistas, que quizá ya constituyen una mayoría social relativa del país, son los que se han movilizado con rapidez y entusiasmo, mientras que aquellos que hubieran preferido una fórmula de asociación con España más cómoda y civilizada, quienes desearían un “federalismo”, o una convivencia respetuosa entre naciones, se han quedado solos ante la ola contraria de crispación catalanófoba, autoritaria, hostil ante la diferencia, indiferente hacia la suerte de la gente común y de los sentimientos de la mayoría. De hecho, para muchos, la posibilidad de un estado independiente incierto en las formas futuras, parece ser menos malo que el mantenimiento de un statu quo de bancarrota moral y social dominante en la España profunda. Todo ello desde un proceso de  distanciamiento emocional, colectivo e individual, que, honestamente, pienso que no será reversible

En cierta manera, no soy nada original. Cosas parecidas han sucedido con la antigua Yugoslavia, el Imperio Austrohúngaro o la Unión Soviética. Me temo que  hace tiempo que atravesamos una frontera, y ahora por ahora estamos en una especie de limbo nacional, entre la España que fue y la Cataluña que está por hacer.

Por naturaleza no soy optimista. Puede suceder cualquier cosa. Es probable que nos encontremos una concatenación de hechos que desconozco hacia donde nos llevará. Supongo que tendré que informarte más adelante. Espero que no haya pánico escénico. Que vayamos hacia algún sitio. En encrucijadas históricas como ésta, lo peor que puede suceder es la resignación. Seguiremos informando.
 

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